Caminamos por nuestra vida. A veces despacio, otras veces deprisa,
y otras…. sencillamente corremos. Pero llega un momento
en que algo nos detiene. Algo inesperado, o quizás no tan inesperado
como pensamos. Realmente esta ahí. Siempre ha estado ahí. Simplemente
no lo queríamos ver o quizás llegabamos hasta donde se encontraba
pero no queríamos mirar.
Llegamos hasta el rio. El río representa, entre otras cosas, el obstáculo,
el peligro, lo que nos separa de los otros, lo que desconocemos o no queremos
ver del todo. Cruzar el rio equivale a salir al encuentro no sólo de la
naturaleza sino de nuestra propia y más íntima naturaleza: nuestro
verdadero ser interior. Y tiene que ver tanto con los miedos …..
Y normalmente con miedos irracionales.
¿Que hacer? Sin lugar a dudas, ante algo que nos da miedo,
lo mejor es actuar, hacer algo. Entonces el miedo se convierte
en otra cosa. Cuando tenemos miedo, es importante pasar a la acción,
aunque esta no sea la mejor, ni la más efectiva, siempre es preferible
actuar, pues de esta manera el miedo disminuye y aumenta la confianza
en nosotros. Si huimos o evitamos lo que nos produce temor,
el alivio es momentáneo pero refuerza el miedo, y este cada vez se
hace más grande. Detrás de los miedos, se encuentra la falta de confianza
en nuestros recursos para afrontar la situación. Por lo tanto, ante una
situación en la que se siente miedo, hay que decir: “puedo afrontarlo”.
El miedo se vence actuando, no hay otro camino.
¿Y que pasa con nuestro río? Si cruzar el rio nos da miedo…
tenemos que actuar. Como prevención podemos mirar si
tiene mucha profundidad, o quizás si miramos detenidamente
encontremos un puente sólido que nos ayude…. o una mano que nos
acompañe. Cruzar el rio significará un cambio.
Tenga presente siempre, las personas
SE ARREPIENTEN DE LO QUE NO HAN HECHO…
Jamás de lo que hicieron (para bien… o para mal).
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