Vivir en esa ausencia de sonido nos ha hecho perspicaces, sensibles y muy conscientes de las actitudes y los gestos de quienes nos rodean. Porque esos signos vitales, nos ayudan a sobrevivir...
Sólo los que sufrimos conocemos el verdadero y profundo silencio.
Es como estar en un oscuro túnel y empezar a andar hacia esa pequeña luz que nos parece apreciar a lo lejos, aunque no estemos seguros de alcanzarla...
Gracias a Dios la imaginación es nuestra aliada, ella pone voces y diálogos en la muda televisión, es ella quien pone ritmo al movimiento de los bailarines. ¿Qué sería de nosotros sin ella...
La contemplación nos ha hecho agudos, a través de los gestos de los rostros y de algunos movimientos, sabemos cuál es la naturaleza de las situaciones, compartimos las penas, compartimos las alegrías...
Finalmente, el silencio es nuestro aliado, aprendemos a convivir con él y a disimularlo...
Sólo los que sufren saben el verdadero significado y riquezas del silencio...
Sigue siendo aquel oscuro túnel de siempre, pero llega el momento en el que, poco a poco y en medio de la oscuridad, crece en nosotros esa esperanza que nos susurra al oído: “Algún día la vas a alcanzar”
Osvaldo L. Palladino (sordo)