Duro trabajo
el de olvidar,
el enterrar escombros
y semillas bajo el hielo para lograr que mueras,
otra vez.
No es fácil
evitar los senderos de tu nombre,
intentar el amor en el exilio,
caminar
sin retornar
a tus palabras.
Vuelves
y no vuelves
en tu andar transparente,
con tu pelo derramado
en los rincones de mi sueño,
vuelves y no vuelves
permanente y necesaria
vuelves
a morir
sobre mi espalda.
Absurdo
construir
con pequeñas astillas de sonido,
con destellos macizos de memoria,
la imagen que no existe.
Duro trabajo
el de olvidar.
No es nada fácil
arrastrar tu cuerpo por la arena
y sepultarlo detrás de las preguntas.
Duro trabajo
el de aceptar
que ayer llovió,
y ahora
está naciendo un pez.
©Lorenzo Facorro
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