UNA HISTORIA DE VERANO
Aquel año, el invierno había sido crudo y se había alargado más de lo habitual, quizá, por eso, cuando llegó el verano lo hizo con una fuerza arrolladora, arremetiendo contra todo pronóstico. Durante el día se hacía difícil encontrar un lugar donde refugiarse de las altas temperaturas y durante la noche el simple hecho de entrar en contacto con las sábanas daba pereza porque a los cinco minutos, la cama se convertía en una sesión de sauna.
El primer fin de semana veraniego, nos fuimos unos cuantos amigos a la zona de los pubs, abanico en mano. Intentamos, en más de cuatro ocasiones, acceder al interior de alguno de los establecimientos, pero el simple hecho de abrir una puerta, nos proporcionaba la sensación de un sopapo con la mano al rojo vivo. La aglomeración de gente en el interior expelía un calor insoportable.
Una hora después de deambular sin rumbo fijo, un amigo propuso comprar unos refrescos y unos bocadillos en un lugar que abría toda la noche y después irnos a un sitio que él conocía y dónde íbamos a estar fresquitos y a nuestro aire.
No sabíamos dónde nos iba a llevar pero no lo dudamos ni un momento y así lo hicimos. Compramos las viandas y sin dilación, nos dirigimos hasta el lugar prometido por nuestro amigo. Estuvimos jugando a las cartas hasta las tantas de la mañana y contando chistes. Lo pasamos genial, sin agobios ni empujones. Era el lugar más silencioso y fresco que he conocido en mi vida.
Nuestro amigo le había birlado las llaves a su padre que trabajaba en el depósito de cadáveres.
ISBN:978-84-15092-80-3
Depósito legal: M-32712-2011