Buscó en el espejo acuático, el mensaje. Hundió las manos rompiendo la imagen perfecta del bosque, hasta convertirla en una sucesión de círculos concéntricos. ¿Quién o qué disponía esa geometría perfecta, seductora e irrevocable? La frescura le trepó por las muñecas y remató en los hombros, como una avanzada del mar en la playa, avasallante y transparente. Con las palmas en cuenco, las llenó y bañó su rostro y el placer fue total…Las gotas configuraron al caer, lacrimógeno cortinado, creando un sendero en el suelo, que rápidamente se evaporó como serpiente en el desierto. Y recordó ese zigzagueante ritmo de curvas y contra curvas que delataban su paso. ¿Quién dispuso ese perturbador y misterioso deslizar?
Desde los albores de su presencia, el hombre buscó explicaciones…sus intrigas lo incitaron y en oportunidades inclusive obligaron, a dudar de su propia existencia, y así a través de los días fue avanzando...conoció nuevos caminos que le permitieron descifrar las incógnitas que una a una iluminaban el sendero.
Sentía que era distinto en esta oportunidad…o al menos así lo percibía. Sus pupilas captaban el despliegue sencillo, rítmico… ¿perturbador?...de la dama de noche que despertaba ante la presencia lunar y vertía ¿con arrogancia o generosidad? , el aroma que despertaba emociones en el aterido corazón. ¡Minúsculo parpadear de la tarde, que se recostaba en el lomo erizado del noble animal, que reposaba a su lado!…eso le hizo reflexionar… ¿siempre fue así? ¿O era la humedad o el aroma que al hacer contacto con la piel, le traían el recuerdo de ancestrales momentos?
Todo parecía indicar que el momento era el anhelado. Creyó en un vaticinio llegado del más allá. Sin duda el ambiente era el propicio. Debía otorgar libre albedrío a sus instintos...sus sentimientos desbordan la nave de la felicidad. Y un trueno dijo presente.
El rayo dejó su fibrada huella y el viento trajo el destemplado estruendo seguido del atrevido resplandor. El cielo entero pareció acompañar a Zeus, en este viaje estelar. Descubriendo así la soledad del peregrino, la tenacidad del buscador de verdades, la inocencia y frescura, del niño maravilloso, que habita en cada humano…y siguió hasta llevar al corazón, la imagen de la manada que respira corto, en búsqueda del agua…o la mariposa que tiende sus velos, hacia el universo…No le bastó…quería indagar…perderse en la maraña que la vida le ofrecía… ¡quería más! : volar, ruborizarse, teñirse de auroras… ¡transitar los minúsculos laberintos donde pernocta el amor!… ¡No quería esperar más para salir a buscar la dicha de transponer y derribar, las murallas que obstaculizan la osada fragancia de los manzanares, estalladas en frutas cuajadas de sol! Se fundió en ese magnífico derroche de destellos y sonidos, de soledad y esperanza.
Una vez más, el amor resultó vencedor...fueron inútiles la presencia de los obstáculos...dos almas acreedoras de los obsequios de la madre natura, deleitaron cada circunstancia alojada bajo el cabalístico Universo.
¡Una vez más, fue el aire, el agua, la tierra y el fuego quienes ofrecieron sin mezquindades, la respuesta cierta de la creación!
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Autores:
María de los Ángeles Roccato (Argentina)