Tal vez lo peor no es morirse,
sino lo que el verso glosa:
convertirse en un objeto,
pasar de persona a cosa.
Sufrir con impavidez
grosería y manoseo.
Mirar cegada la fuente
de la pasión y el deseo.
Ver apagado y sin fuego
al inquieto corazón.
Mirar cortadas las alas
de toda imaginación.
No poder salir de sí
pero pensar, por consuelo,
que ya se ha soltado el alma,
que es infinito su vuelo.
Y que a la Tierra dejamos,
por estropajo penoso,
el cuerpo usado, que ardió
bajo el sol maravilloso.
Don León Benarós