
¡SIN MORADA.!
Herida me arrojaste
al torbellino prohibido,
nunca debiste dejarme sola,
el silencio y el olvido
se apoderaron de mi ser.
Me alejaste de tu cuerpo,
de tu aterido corazón,
añorando el beso tierno
y tu desenfrenada pasión
de aquella primera vez.
Me lanzaste al abismo,
allá donde el extravío se anida,
en la nostalgia de un triste albor,
desdeñando mi realidad, me dejaste
en la fría corriente de la melancolía.
Tu transido corazón, me dejo
en la profunda tristeza,
amurallada entre las sombras
del desamor, sin morada,
y en el sepulcral desabrigo.
Martha Córdova Chacón.
Lima-Perú.