Ya que era llegado el tiempo en que de nacer había, así como desposado de su tálamo salía,
abrazado con su esposa, que en sus brazos la traía, al cual la graciosa Madre en su pesebre ponía,
entre unos animales que a la sazón allí había, los hombres decían cantares, los ángeles melodía,
festejando el desposorio que entre tales dos había, pero Dios en el pesebre allí lloraba y gemía,
que eran joyas que la esposa al desposorio traía, y la Madre estaba en pasmo de que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios, y en el hombre la alegría, lo cual del uno y del otro tan ajeno ser solía. San Juan de la Cruz
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