Las personas que forman parte de nuestra vida siempre permanecen
en ella, porque el espíritu es libre de estar donde ama, más allá de
las distancias, de las fronteras o de los pensamientos, siempre vuelve
al sitio donde amó y fue amado, no en sufrimiento, no es represión o atadura,
sino en lo más sutil y sublime del amor universal y en la plena armonía que une
a cada ser humano. |