Las 12:00 compañeros
No sé cómo se las ingeniaban para que todo cuadrara al segundo el día 31 de diciembre en la casa del abuelo. La algarabía siempre era impresionante: risas, gritos, cohetes, trompetas, carcajadas, llantos, de todo y mucho. Cada año era esperado ese gran junte, todos los tíos y tías, el abuelo (figura central) y sobre más de 20 primos y primas más o menos de la misma edad; pareciera que todos los tíos se las arreglaron para ser padres en los mismos años.
Se bailaba, se comía, se bebía y sobre todo, se esperaba el momento con gran agitación en el corazón. A pesar de que todos los años siempre era igual, nos deleitábamos en esa ansiosa espera del año nuevo. Cada uno de nosotros teníamos parte de la agenda asignada: unas tías preparar las copas, otros tíos abrían las botellas del champaña, unos primos repartían el confeti, y así cada cual hacía su parte con una mezcla de alegría, melancolía y mucho, pero que mucho amor.
Yo me sentía muy orgullosa de que fuera mi mami una de los protagonistas principales del momento esperado. Su parte del espectáculo comenzaba exactamente cinco minutos antes, era como estar listo en la línea de una pista para comenzar la carrera. Tío Nano (de Fernando), enorme y grueso, se paraba en medio de todos. Ya era conocido su acto, su imagen era impresionante, todos callábamos, de momento se hacía un silencio sepulcral, sagrado momento en que con su extraordinaria voz de barítono comenzaba a cantar con todas las fuerzas de sus pulmones ¨Granada¨: Granaaaadaaaaaaaa, tierra soñada por miiiiiiiiiiiiii, mi cantarrrrrrr se vuelve gitano cuando es para tiiiiiiiii, mi cantarrrrrrrr, hecho de fantasíaaaaaa….
y así hasta terminar la canción en un tono de do mayor tan intenso que hasta retumbaban las paredes de la casa y la luz se hacía débil con el estruendo de su vozarrón. No había aplausos, estaban prohibidos, debíamos guardar silencio sagrado pues inmediatamente después del Granada¨ mi mami le sustituía en el ruedo de la sala. Se paraba en pose de bohemia, colocaba sus manos dramáticamente sobre su rostro, como si estuviera muy triste, ya le había pedido prestado a papi su cigarrillo encendido, era todo expectativa, nos tomábamos de las manos en circulo para escucharla.
Con voz trémula y soltando una bocanada de humo al cielo, comenzaba pausadamente el poema ¨El brindis del Bohemio¨. … Las doce compañerossssss, brindemos por el año que comienza,
digamos el "requiescat" por el año que ha pasado a formar parte entre los muerto… y así fingiendo fumar y en pose de sufrida, continuaba con el interminable poema hasta casi-casi solo faltando tres segundos para que fueran las doce de la media noche en Puerto Rico, en todo Puerto Rico.
Terminado el poema cada uno corría para estar al lado de sus seres más queridos. Alice, papi, mami y yo nos abrazábamos, y en esos exactos momentos se escuchaba los tiros, las cherry bombs, los petardos, las risas y los llantos de la calle. Eran las 12:00 en punto compañeros.
Para esa entonces éramos muy niños, y nunca entendíamos, bueno ahora sí, por qué nosotros reíamos y los tíos lloraban, abuelo corría a esconderse a su cuarto, tal vez a llorar a solas el recuerdo de la abuela Carmita, ida al cielo hacía más de veinte años, y la algarabía llegaba a su fin con el fin del año.
De estos recuerdos ha pasado mucho tiempo, y yo sigo escuchando el vozarrón de Tío Nano, pero sobre todo, también salgo corriendo a mi cuarto a llorar a solas la ausencia de mis padres, y casi sin darme cuenta, me pongo a tarareas Granada y a declamar ¨El brindis del Bohemio. ¨Las doce, compañeros…..
Feliz Año Nuevo…..
Carmen Amaralis Vega Olivencia