LABERINTO
Recorro un laberinto casi oscuro.
Su serpenteante diseño me mantiene atrapado.
Me confunde, juega cruelmente conmigo,
me ilusiona con el añorado encuentro.
Con el rayo de luz que me guíe,
que me impulse a correr libremente.
Grito aterrorizado hasta perder la voz.
Enfurecido me arrastro, empuño la mirada,
Mis manos no palpan ningún listón.
En mi mapa de destino no existe ninguna Ariadna.
Cierro los ojos, de ellos fluyen lágrimas transparentes.
La humedad salada converge hacia mis labios.
Respiro.
Desde mi exilio sencillamente respiro.
Mi alma retoma imágenes.
Un libro
Un chocolate
Una pelota,
Una guitarra
Y toda la luz que necesito:
“Mi hijo”
30-Diciembre-2016
Iván Alatorre Orozco