Manchadas los dedos de zarza
volvía de su paso la muchacha,
serpenteando se deslizaba entre
las abras azules e imponentes
y cada mañana despertaba
sorprendida con lo vastedad del monte,
y volvía con su paso bajando lo quebrada.
Era el brazo tostado su lecho nocturno,
la copa del vino
el rocío interno del espíritu
En las ásperas gargantas
tocaba el siku la soñadora,
se tumbaban los campanarios
para el lado de su morada.
Sola con su familia vivía la hortelana
y solo con su compañía le bastaba,
para llenar el hueco de paz compañera
con un romántico varón un espacio en creces.
Mateaba todas las mañanas
en su ritual sacro,
bajo la sombra de habladores alerces,
convivían en cercanía un pequeño lago
que traía sonar de peces
y cantando amanecían los rojizos gallos.
Cuando los dedos le decían al mate vasta
bajaban del cerro en escalera
arándanos cultivados por los brazos del labriego.
Ella con afanosa virtud y ademanes elocuentes
revolvía hojas y palos en el enroque del matear consensuado
reiniciando la revuelta de la yerba
y la aprobación gestual de algún soltero.
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Poemas de ricardo alvarez-blogger