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Pienso, mi amor, en ti todas las horas del insomnio tenaz en que me abraso; quiero tus ojos, busco tu regazo y escucho tus palabras seductoras.
Digo tu nombre en sílabas sonoras, oigo el marcial acento de tu paso, te abro mi pecho —y el falaz abrazo humedece en mis ojos las auroras.
Está mi lecho lánguido y sombrío porque me faltas tú, sol de mi antojo, ángel por cuyo beso desvarío.
Miro la vida con mortal enojo, y todo esto me pasa, dueño mío, porque hace una semana que no cojo
SALVADOR NOVO
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