“Cuando tu tengas dificultades para resolver tus problemas, trataré de escucharte cordialmente y ayudarte, con el objeto de que encuentres tus propias soluciones, en lugar de depender de las mías. De la misma manera, trataré de respetar tu derecho a escoger tus propias ideas y a desarrollar tus propios valores, aunque sean diferentes a los míos.
Cuando tu actividad interfiera con lo que debo hacer para la satisfacción de mis necesidades, te comunicaré abierta y honestamente como me afecta tu conducta, confiando en que tú me comprenderás y ayudarás en lo que puedas. De la misma manera, cuando algunos de mis actos te sean inaceptables, espero que me comuniques con sinceridad tus sentimientos.
Te escucharé y trataré de cambiar. En las ocasiones en que descubramos que ninguno de los dos puede cambiar su conducta para satisfacer las necesidades del otro, reconozcamos que tenemos un conflicto que requiere solución. Comprometámonos entonces, a resolver cada uno de estos conflictos, sin recurrir al uso del poder o de la autoridad para tratar de vencer a expensas de la derrota del otro.
Yo respeto tus necesidades, pero también quiero que respetes las mías. Esforcémonos siempre para encontrar una solución que sea aceptable para ambos. Tus necesidades serán satisfechas y también las mías. Ambos venceremos y ninguno será derrotado. De ésta forma, tu podrás continuar tu desarrollo como persona mediante la satisfacción de tus necesidades y yo también podré hacerlo; nuestra relación podrá ser lo suficientemente positiva para que, en ella, cada uno de nosotros pueda esforzarse para llegar a ser lo que es capaz de ser, y podremos continuar relacionándonos el uno con el otro con respeto, amor y paz mutuos.”