Reconozco que todavía hay veces que caigo en el error de esperar que los demás actúen de la forma que yo siento como correcta, coherente, justa, sensata, sana.
Se nos olvida que no debemos considerar nuestras opciones como mejores o más válidas, aunque las sintamos como tales. Que nuestros principios, valores, nuestra forma de ver, sentir y pensar, no es la misma que la de los demás, aunque nos parezca en algunos casos más acertada.
A veces me cuesta muchísimo, pero alguien que me conoce y me quiere, me recuerda entonces, que sólo podemos aceptar a los demás como son, hacer las cosas como nosotros creemos, y no esperar de los demás que actúen de la misma manera que lo hacemos nosotros.
Cada uno es como es, aunque a veces no lo comprendamos, aunque a veces nos duela, nos decepcione o nos entristezca enormemente. Aunque a veces se nos haga muy cuesta arriba mirar alrededor.
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