Olvidar... La decisión más difícil de nuestras vidas, porque simplemente todos por más cansados que estemos queremos intentarlo un poco más, seguimos esperando algo, por más diminuto que sea, seguimos esperando un hola, un mensaje, una sonrisa, una mirada, una situación, un momento, algo. Es difícil porque muchas veces hemos tomado esta decisión y se ha estropeado por un gesto de atención, que después nos termina golpeando más fuerte en la misma herida que nos hizo decidir olvidar por primera vez.
Seguimos creyendo, teniendo fe, esperando, porque de esa manera fuimos creciendo todos nos dicen no te des por vencido sigue aunque ya no puedas más sigue, pero nadie se detuvo un día y pensó, tal vez también tenemos que aprender a que a veces por más que quieras algo, eso no te pertenece y es hora de dejar ese camino atrás ese largo túnel de penurias y desilusiones de encuentros amargos y recuerdo dulces pero con finales no felices, porque ese mismo sentimiento de felicidad al recibir ese “algo” se convierte en dolor, tristeza, catástrofe en nosotros mismos al ver que era “algo” sin sentimiento sin aprecio era algo convencional y rutinario. Hoy podemos decir estoy dispuesta a olvidar, pero mañana sin piedad puede suceder este infortunio y destruir nuestra decisión. No te voy a decir que decidí olvidar, porque no sé si esto dure por mucho pero te diré que al menos lo intento al máximo cada vez que me lo propongo.
Estoy cansada de viajar sobre este destino que no tiene final, las piezas se colocaron en formas perfectas para crear este delirio que me hace ser feliz por un segundo y luego enloquecer de dolor y saber que todo fue mentira, no importa si fue real o no, si siente algo o no, sólo importa que caminar tanto en esta montaña de subidas y bajadas extremas me hicieron sentir que aunque puedo, ya no quiero dar más.
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