El otro hombre simplemente sonrió y asintió con su cabeza.
Más adelante, el segundo hombre se quejó nuevamente,
ya no puedo seguir adelante, me duele todo, todavía siento el esfuerzo, dijo.
El primer hombre miró a su compañero,
que ya estaba en el suelo quejándose y le dijo:
¿Te has preguntado porqué yo no me estoy quejando?
La espalda te duele, porque todavía estás llevando a
la mujer en tus brazos, pero yo la bajé apenas cruzamos el río."
“Así es como somos nosotros llevamos las cargas
del pasado sobre nuestros hombros, ponemos una caja llena,
de odios, frustraciones, resentimientos, envidias, celos,
y muchísimas cosas más, que con el pasar de los años,
se hace más pesada, hasta que un día, como el hombre
de la historia, nos duele hasta el alma por el tremendo esfuerzo”
Jesús te dice: “Ustedes viven siempre angustiados;
siempre preocupados. Vengan a mi, y yo los haré descansar” Mateo: 11:28