Nadia pasó el otoño entero sembrando y preparando su jardín. Las flores se abrieron en primavera, y Nadia reparó en algunos dientes de león, que él no había plantado.
Nadia los arrancó, pero el polen ya se había esparcido, y otros volvieron a crecer. Trató entonces de encontrar un veneno que afectara solamente a los dientes de león. Un técnico le dijo que cualquier veneno terminaría matando a las otras flores.
Desesperado, pidió ayuda a un jardinero,
- Es igual que el casamiento - comentó el jardinero. Junto con las cosas buenas, terminan siempre viniendo algunos pocos inconvenientes.
- ¿Qué hago?
- Nada. Aunque sean flores que tú no pensabas tener, ya forman parte de tu jardín. PAOLO COELHO
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