Nunca os habéis preguntado porque estáis más contentos cuando hace Sol que cuando está nublado. Yo soy de esas personas que no pueden vivir sin luz, sin el calor de un Sol latente, no hace falta que sea una estrella, no os equivoquéis también las personas nos pueden transmitir ese calor, esa luz que nos despierta de unos sueños oscuros, amargos y nos lleva a vivir la vida disfrutando de cada instante. No hace falta buscar desesperadamente el Sol de nuestras vidas, muchas veces lo tenemos delante y no nos damos cuenta, eso sí, nos sentimos bien pero no lo relacionamos, hasta que un día abrimos los ojos y lo abrazamos lo más fuerte posible, es mi luz y no quiero que se escape. No repudio de la noche, de las sombras, pero si me gusta es porque se que después de la oscuridad llegará la luz del día. A veces hay personas que se pasan media vida o vida entera en la noche, al final hasta el corazón se les acaba oscureciendo, odiando a todo el mundo, enloquecidos por sueños sin sentido. Estas personas se transforman en autómatas de un mundo programado, en máquinas sin un sentir humano. Por suerte pocas personas quieren terminar así, nuestra sociedad cada vez más tiene que evolucionar a un intercambio de luz, de calor, de amor, de sentimientos que en definitiva nos hacen vivir. Sólo nos cuesta comprender, pero no compartir, sería el primero en compartir mi felicidad con la de cualquier otra persona, un intercambio de energías que en definitiva nos hace movernos hacia delante, ver que nos espera, soñar sin parar que podríamos hacer, que podríamos ser.
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