No seas extremista, ni contigo misma ni con las demás
Ya lo decía Aristóteles, en el punto medio está la virtud ¡y qué razón tenía! Como madres, lo mejor que podemos hacer es ser moderadas en todas nuestras decisiones y todavía más moderadas a la hora de enjuiciar a otras madres. No se trata de leerse de pe a pa todos los libros de crianza y ponerlo en práctica porque se supone que es lo mejor y punto.
Se trata de que también tengas en cuenta lo que te dice tu instinto, de que te sientas feliz en cada decisión que tomes y de que dejes a un lado el hábito de juzgarte con dureza. Lo más importante es que tanto tu bebé como tú estéis contentos y saludables a todos los niveles: físico y mental. Este será el mejor indicador de que lo estás haciendo bien.
¡Por cierto! Que no se nos olvide nunca, que somos humanas, y que tenemos derecho a equivocarnos y a rectificar. No, tampoco nos convierte en malas madres el hecho de haber metido la pata alguna vez. Podemos empezar de nuevo y enmendar nuestros errores y no pasará nada.
Las madres tenemos que apoyarnos entre nosotras y sobre todo respetarnos. Si no te gusta que te juzguen, tampoco has de juzgar tú a las demás madres, aunque no estés de acuerdo con sus criterios. De hecho, para dar pautas y consejos ya existen profesionales a los que las madres pueden consultar, por lo que no es recomendable aventurarse a corregir a otra madre que actúa diferente a ti.
No seas extremista, la moderación siempre es el mejor camino. No pierdas de vista lo más importante: de lo que de verdad el niño se va a beneficiar es de crecer junto a unos padres consecuentes y que le quieren. Felicítate por lo buena madre que eres y no te machaques si a veces fallas. Criar y educar son procesos que, por muy especiales y trascendentes que sean, forman parte de la vida y atañen nuestra naturaleza humana. Así, tendremos que admitir el error como un elemento lógico y consecuente de los mismos. Nada más.