La prostitución era considerada como un bien social.
Para los romanos había tres tipos de prostituta:
la prostituta (que está dispuesta) era la que entregaba su cuerpo a quien ella quería.
La pala (sin elección) aceptaba a cualquiera que pudiera pagar el precio demandado
y la meretrix (la que gana) era la que se ganaba la vida por si misma.
El verbo fornicar proviene de la denominada fornices, que eran las celdas
donde las prostitutas recibían a sus clientes.