VACÍO…
En el crepúsculo de una noche olvidada,
cuando las lechuzas abrían sus ojos
a la sombra de ramas entrelazadas,
un poeta escribía sus versos
con tinta de sangre hurtada
a todos aquellos malditos pesares
que cruzaban por su alma.
Su límite era aquel papel en blanco
que bajo sus manos asomaba,
su norte eran las mil palabras
¡Crueles…sinceras…desconocidas!
Que en su mente se doblegaban.
…y la noche seguía su curso…
las luciérnagas se apagaban,
las largas sombras de desvanecían,
…ya llegaba la mañana…
En un perdido rincón de una casa
Sobre un papel repleto de poemas,
El alma de un poeta descansa…
después de vaciar su soledad
trenzando mil y un palabras
D/A