Ya de niña, cuando conocí a Bastián Baltasar Bux, a quien debo la seguridad de saber que "la fantasía no es un modo de evadirse de la realidad, sino un modo más agradable de acercarse a ella", presentí que había un interminable número de historias por descubrir en las bibliotecas. Y así me fui acercando a ellas para hacer nuevos amigos, o conocidos dependiendo del caso. Asistí al fatídico momento enque "tras unos sueños intranquilos, Gregor Samsa se despertó"... y se había convertido en un enorme insecto. Descubrí perpleja también un telegrama a un tal extranjero en el que le decían escuetamente "Madre fallecida. Entierro mañana. Sentido pésame".
Y a todos acompañé en el camino de sus historias congeladas en el tiempo
esperando ser descubiertas.
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