Todos tenemos libros favoritos, esos que
decimos de cabecera. O al menos eso dicen.
En mi caso no es exactamente cierto.
En realidad tengo autores que me gusta todo
lo que escriben en mayor o menor medida.
Esos que me apena terminar con sus obras
porque han fallecido y las dejo cerca para
echarlas un vistazo de vez en cuando;
y también esos otros que me tienen pendiente
de cada uno de sus movimientos a la espera
de que anuncien su próximo título.
No son muchos, apenas un puñado, pero ahí
están. ¿Libros? van cambiando en su
mayoría a medida que los descubro.
Pero me dí cuenta de que no eran títulos
fijos el día que intenté decir cual era mi
libro favorito de McCarthy o de Capote y se
me amontonaban las sugerencias.
¿Cómo ser capaz de decidirme entre los
títulos de Vazquez Montalban? Imposible.
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