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General: PONERSE EN LUGAR DE LOS DEMAS
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: vifeval  (Mensaje original) Enviado: 19/06/2017 20:24


 Ponerse en el lugar de demás


«Había un joven que llevaba tres o cuatro minutos paseando una y otra vez


por delante de la oficina y mirando al interior. Por fin –cuenta William Saroyan–


entró y fue al mostrador. Spangler lo vio y salió a atenderlo. El joven sacó un


revólver del bolsillo derecho del abrigo y lo sostuvo con mano temblorosa:


"Déme todo el dinero. Todo el mundo está matando a todo mundo, así que no me


importa matarlo a usted. Ni tampoco me importa que me maten. Estoy nervioso y


no quiero problemas, así que déme todo el dinero deprisa". 

        »Spangler abrió el cajón del dinero y sacó el dinero de diversos compartimentos.


Colocó el dinero, billetes, paquetes de monedas y monedas sueltas, sobre el


mostrador, delante del chico: "Te daría el dinero de todos modos, pero no porque


me estés apuntando con un arma. Te lo daría porque lo necesitas. Ten. Es todo


el dinero que hay. Cógelo y luego toma un tren a casa. Vuelve con los tuyos.


Yo no informaré del robo. Pondré el dinero de mi bolsillo.


Aquí hay unos setenta y cinco dólares."

        »Esperó a que el chico cogiera el dinero, pero el chico no lo tocó. "Lo digo


en serio, coge el dinero y vete. Lo necesitas. No eres ningún criminal y no estás


tan enfermo como para no poder curarte. Tu madre te está esperando.


Este dinero es un regalo que yo le hago. Si lo coges no serás un ladrón.


Tú coge el dinero, guarda ese arma y vete a casa.


Tira el arma en alguna parte, así te sentirás mejor."

        »El joven volvió a guardarse el arma en el bolsillo del abrigo.


Luego se tapó la boca con la mano temblorosa que había estado sosteniendo


el arma: "Lo que tendría que hacer es pegarme un tiro". "No digas locuras


–dijo Spangler, mientras juntaba todo el dinero y se lo daba al joven–,


aquí está el dinero, cógelo, vete a casa y ya está. Si quieres,


deja el arma aquí conmigo. Ten tu dinero. Si necesitas usar un arma para


conseguir dinero, entonces es tuyo. Sé cómo te sientes porque yo me he sentido


igual. Todos nos hemos sentido igual. Los cementerios y las prisiones están


llenos de buenos chicos norteamericanos que han tenido mala suerte


y han vivido malas épocas. No son criminales".

        »El joven se sacó el arma del bolsillo y se la pasó por encima del mostrador


a Spangler, que la metió en el cajón del dinero: "No sé quién es usted,


pero nadie me ha hablado nunca como me ha hablado usted. No quiero el arma


y no quiero el dinero, y sí, me voy a casa. Vine hasta aquí gorreando el dinero


y volveré gorreando".

        »"Ven aquí y siéntate", le dijo Spangler. El joven fue a la silla contigua a la


mesa de Spangler. Éste se sentó sobre la mesa. El chico tenía tuberculosis.


Hablaron un rato. "Nada tiene sentido para mí. No me gusta la gente.


No los quiero cerca de mí. No confío en ellos. No me gusta la forma en que viven


ni la forma en que hablan ni las cosas en las que creen ni la forma en que se


empujan los unos a los otros. Simplemente estoy cansado y harto y asqueado.


No me interesa nada. No puedo darle las gracias lo bastante por lo que ha


hecho usted y por la clase de ser humano que es usted, pero tengo que decirl


que si usted me hubiera sido hostil le habría pegado un tiro. No he entrado


aquí armado en busca de dinero. He entrado aquí con un arma para averiguar


si usted era un hombre decente de verdad. Durante mucho tiempo he despreciado


a todo el mundo, y de pronto, a miles de kilómetros de casa, en una ciudad extraña,


he encontrado a un hombre decente. No me lo podía creer. Tenía que averiguarlo.


Quería que fuera cierto, porque llevo años diciéndome: 'Quiero conocer a un solo


hombre no corrompido por el mundo para poder estar yo también no corrompido,


y así poder vivir y creer'. No estaba seguro la primera vez que nos vimos pero


ahora sí. No quiero nada más de usted. Ya me ha dado todo lo que


quiero. No me puede dar nada más"».

        Este breve relato habla por sí solo de la importancia de saber tratar a la gente.


De cómo podemos ser una oportunidad para quien parece no merecerla. De que


muchos hombres tienen unas razones misteriosas que le empujan a obrar de


una manera equivocada, pero pueden cambiar. Siempre es mejor no hacer juicios


precipitados, descubrir lo que realmente el otro necesita, ponernos en su lugar,


situarnos dentro de sus sentimientos. Así seremos más justos.




Alfonso Aguiló




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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: ***Gisel*** Enviado: 19/06/2017 22:45

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Sol Solgraficos Enviado: 20/06/2017 07:21


 
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