El temor a involucrarse con el ser querido esconde un miedo sustancial,
"el miedo a crecer".
Eso nos hace vivir aislados, sin puentes afectivos con el otro, como si fuéramos una isla.
El miedo a perder la individualidad se ha convertido en el mal por excelencia de nuestro tiempo.
El síndrome de la ISLA, se manifiesta de diversas maneras
y pueden darse de manera simultanea, alternada o parcial.
Manifestándose en distintas circunstancias como reacción ante
la posibilidad de quedar comprometido a una situación, laboral, de amistad o de pareja,
siendo este último ámbito donde los síntomas son más agudos,
ya que es imposible que una pareja crezca si sus integrantes
no se involucran en ella, si no se comprometen con la relación.
El miedo a crecer, se pone de manifiesto cada vez que tenemos oportunidad de involucrarnos,
de avanzar, dar pasos, abandonar el cómodo y funcional (a veces)
lugar de ser "hijos" para pasar a ser "personas mayores", "padres".
Involucrarse afectivamente con alguien nos hace más fuertes y felices,
pero al mismo tiempo nos hace sentirnos frágiles
porque establecemos relaciones de mutua dependencia afectiva.
Cuando somos emocionalmente inmaduros nunca toleramos esa frustración,
la decepción nos resultaría intolerable, por lo que preferimos no ilusionarnos nunca,
tanto como para llegar renunciar a nuestros sentimientos,
evitando de manera simbólica la frustración.
Es algo así como no salir a jugar un partido por miedo a perderlo, es decir,
darlo por perdido antes de comenzar por miedo a perderlo.... loco, no?
El miedo al abandono, a ser dejados, decepcionados,
suele ser uno de los causantes más frecuentes para no involucrarse.
Como tenemos conciencia de tener un
YO débil, no queremos ceder territorio por temor a perder nuestras "posesiones".
Cada uno de nosotros además llega a una relación de pareja con su propio álbum emocional,
cuyas imágenes están determinadas por las experiencias familiares,
por la forma en que se fue configurando desde la infancia nuestro mundo afectivo.
Este álbum implica haber internalizado de manera inconsciente, un determinado tipo de pareja,
por lo que conocerla quizás nos permita no repetir la historia.
El cambio es posible, mantener el equilibrio entre lo individual
y lo común es parte sustancial del arte de vivir en pareja de manera armónica.
- Si se tiene seguridad en un@ mism@, ninguna pareja nos invadirá,
- Si nos cuesta compartir, habrá que planteárselo como un ejercicio personal,
decidiéndose a compartir paulatinamente aquello que nos cuesta tanto.
- Blanquear nuestros miedos a nuestra pareja (pues poner nuestros conflictos en palabras,
ayuda a resolverlos).
- Revisar nuestra historia para determinar qué es lo que tratamos
de preservar o rechazamos de nuestra infancia.
- Reconocer el límite entre "compartir la vida" a "compartirlo todo".
Amar a una persona no implica renunciar a toda nuestra vida anterior a ella.
- Intentar ponerse en el lugar del otro, y recordar frases célebres,
como; "no hagas a otro lo que no te gusta que te hagan a ti".
- No es lógico pretender una relación afectiva sin plantearse espacios comunes,
más allá de los individuales.
- "Cosechamos lo que sembramos", si sembrás indiferencia,
falta de atención y compromiso, eso será lo que recibas.....