Camisa del hombre feliz
Un gran marajá indio no era feliz. Sin embargo, tenía todo lo que un mortal puede desear: un palacio lujoso, riquezas en abundancia, esclavos a su disposición, distracciones renovadas incesantemente, juegos de todo tipo. A pesar de éso, no era feliz.
Un día, fue en busca de su gran visir, y le preguntó qué debía hacer para ser feliz.
Nadie es feliz, le respondió el hombre.
Insatisfecho, el marajá planteaba su problema a todos los que encontraba. Un sabio aceptó comprometerse y le dió su receta de la felicidad: " Tenéis que poneros la camisa de un hombre feliz, y llegaréis a serlo".
Inmediatamente, el marajá envía a sus embajadores por todo su reino con la misión de encontrar al hombre feliz y llevarle su camisa.
Los enviados partieron hacia los cuatro puntos cardianles del reino e interrogaron a las gentes. Por todas partes oían la misma respuesta: No, no soy feliz...
- No tengo más que un pedazo de tierra y no puedo alimentar a mi familia.
- No estoy bien en mi pellejo; no estoy de acuerdo conmigo mismo.
- Estoy teriblemente fastidiado, etc
Ricos y pobres, hombres y mujeres, adultos y niños, nadie era feliz.
Los legados estaban a punto de desesperarse cuando, un día, uno de ellos descubrió, en el fondo de un macizo montañoso, una cueva en la que vivían unos ermitaños. Habían abandonado el mundo para dedicarse a la oración y la entrega a los demás. No poseían nada y se alimentaban con un grano de arroz por día. Al primero a quien se acercó le hizo la pregunta:
- ¿Eres feliz?
- ¿Yo? Completamente feliz, contestó.
- Entonces, dame tu camisa al momento.
Unos instantes después el sabio fijó sobre el rostro del interlocutor su mirada profunda y transparente. A continuación dijo, con un gesto que indicaba una evidencia:
- Muy gustoso te daría mi camisa. Pero ya hace tiempo que no la tengo...
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