El limpiador de tu alma es el perdón.
*
Deberás usarlo todo el tiempo, apenas veas una impureza, aplicarlo. No te acuestes nunca sin haber pedido perdón y sin haber perdonado. El resultado será que en paz te acostarás y asimismo dormirás y tu sueño te sustentará.
*
La hidratante de tu alma es la oración.
*
Si no hidratas la piel de tu rostro, se marchita. Así, si no oras, tu alma se reseca. Pero a medida que confías en Dios, el afán y la ansiedad desaparecen y aprendes a reposar y esperar en el Señor.
*
El tonificante de tu alma es la alabanza.
*
Cuando alabas a Dios y vuelves a Él tus pensamientos, cuando te olvidas de ti mismo, sin egoísmo en tu corazón, quedas libre para que Dios ponga en ti su gozo.
*
La nutritiva de tu alma es la Palabra.
*
Así como en lo físico no puedes vivir sin alimentos, tu alma necesita el alimento de la Palabra de Dios. Cuando te alimentas con la Palabra, la debilidad y la confusión desaparecen. Serás como árbol plantado junto a corrientes de agua.
*
El protector de tu alma es la coraza de la Fe.
*
Con la Fe te protegerás de las inclemencias de la vida, mirarás por encima de las circunstancias y pasarás victorioso en medio de las pruebas. A través de ti, Dios moverá montañas y alcanzarás a otros para gloria de Dios.
*
Si usas a diario estos productos de belleza, tu alma se mantendrá limpia y tu corazón será puro. Te saciarás de bien, de modo que te rejuvenecerás como el águila.
*
Que el Señor te colme de bendiciones y permita en ti hacer siempre estos ejercicios para ser cada día más bella en la tierra y brillar en la eternidad.