Para Freud, padre del psicoanálisis, el donjuán está atrapado en la fantasía edípica de enamorar a la madre. Es un hombre emocionalmente inmaduro, de perfil narcisista, que busca a la figura materna en cada mujer a la que seduce. Cuando consigue enamorarla, no puede sino abandonarla, huir de esa relación que, para su inconsciente, sería incestuosa. Así, jamás consiguen entablar una relación amorosa; viven presos en ese bucle de búsqueda y abandono, pasando de la entrega absoluta al desplante más desalmado.
Buen conocedor de Freud, Gregorio Marañón también estudió a fondo la figura de Don Juan y le atribuyó una personalidad narcisista con una homosexualidad latente bajo su carácter burlador. Si bien el escritor Albert Camus sostenía que este personaje se enamoraba de todas las mujeres, el psiquiatra y sexólogo Adrian Sapetti sospecha que solo “cree estar enamorado”, ya que después de la conquista ese sentimiento nunca llega a afianzarse. Si la presa se muestra indiferente o le rechaza, el seductor insatisfecho, valiéndose de todas sus artes, persiste hasta conquistarla. Se trata, pues, de un sentimiento muy primario, carente de profundidad.
Inma Ruiz