Un viejo maestro ve afligido a su discípulo y le pregunta: ¿Qué te sucede hijo mío? El discípulo responde: No he tenido suerte maestro.
¿Qué te ha sucedido? pregunta el maestro, no he tenido suerte en el trabajo, ni en la lotería. Responde el discípulo.
¿Ves ahí a tu hijo? Pregunta el maestro. Sí, contesta el discípulo. ¿Se ve bien? pregunta el maestro… Sí, responde el discípulo sin entender. ¿Puede escuchar?, ¿hablar?, ¿caminar? ¿Y no tiene ningún dolor? Sigue insistiendo el maestro. Sí, pero ¿por qué pregunta maestro? Responde el discípulo ¿más suerte que esa quieres tener?
Responde el maestro, queda en silencio el discípulo…