Pocos recordarían al escritor Pierre Loti (Julien Viaud, 1850-1923) si no fuera por el conocido Café de Estambul que lleva su nombre.
Muchas tardes nos hemos sentado en su terraza a tomar un té turco contemplando cómo el sol poniente va extendiendo su tinta dorada sobre las aguas del que los forasteros llamamos, por esa razón, "Cuerno de Oro” y los turcos simplemente el Golfo. Este Halic sobre el que domina el Café Pierre Loti es una especie de ría que parte en dos a la ciudad separando el sector donde en tiempos no tan lejanos habitaban los europeos, llamado Pera o Gálata (el barrio de los galos) y el viejo Estambul, la ciudad en punta que fue tantas cosas en la historia: griega, romana, bizantina y, por fin, turca y musulmana. Una de esas ciudades que vibran con el ruido de la historia.
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