Ojalá que no vengas, ni pases por mi calle; te llamé tantas veces, sin siquiera acercarte;
supliqué que vinieras, porque quería amarte, como nadie amó nunca, no hay donde compararle;
ojalá que no vengas, no conviene que pase, pues te amaría tanto, sería inolvidable;
entonces no te acerques, habrían de envidiarte, habitantes del mundo, que de amor nada saben;
es pues inconveniente, que vengas por llamarte, no me conviene a mí, mi pedido anhelante;
ni llegue a tus oídos, y se quede en el aire. de: Benigno Ramón Morales