El Bosque misterioso
Comenzaban las vacaciones y con mis amiguitos pensamos en pedirle a nuestros padres que nos llevaran a acampar a un bosque que quedaba a tres horas de camino en automóvil.
Luego de ellos reunirse, acordaron autorizarnos y designaron al padre de Antonio para que nos acompañase, ya que él poseía un vehículo con bastante capacidad para todos nosotros, que en total conformábamos un grupo de siete.
Partimos ya al atardecer de un día de verano, por lo que estaríamos llegando ya entrada la noche.
Esto nos causaba algo así como un hormigueo en el estómago, ya que en ese lugar, como habíamos acordado con mis amiguitos, solo nos alumbraríamos con la luz de la Luna.
Pero, cual sería nuestra sorpresa cuando al llegar al sitio donde se encontraba el bosque, el cielo se encontraba bastante nublado.
El padre de Antonio, había tenido la precaución de llevar sin que supieramos, una gran linterna, que sirvió para encontar el sendero que nos llevaría al claro donde acamparíamos.
Armamos la carpa y luego de comer algunas cosillas que cada uno llevaba, nos aprestamos a dormir.
No sé cuanto rato había pasado desde que nos dormimos, entonces comencé a sentir deseos urgentes de orinar, lo que me despertó.
Me levanté cuidando de no molestar a los demás y salí de la carpa. Nunca había sentido tan gran sensación de soledad.
Mientras caminaba unos pasos para alejarme de la carpa, sentía como se apoderaba de mi un gran terror, algo así como si alguien me siguiera en la oscuridad.
Me detuve y con todos mis sentidos presté atención a los ruidos del bosque. Luego me dije "son ideas tuyas, es solo tu imaginación".
Para entonces ya mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y habiendo cumplido con mi necesidad, decidí adentrarme más en el bosque.
Los sonidos nocturnos me provocaban una mezcla de intriga y temor, pero me invadía una especie de magia que me impedía retroceder.
De pronto me pareció escuchar una vocecilla que llorando me llamaba: "ven, ven", me decía.
El cabello se me erizó cuando frente a mi vi una pequeña niña que me indicaba un sitio bajo un árbol.
Me quedé estático, paralizado de terror, como si el tiempo se hubiese detenido.
Pasó un rato, no sé bien cuanto y de pronto escuché a lo lejos las voces de mis amigos y del padre de Antonio que se acercaban
llamándome, antecedidos por la gran luz de la linterna.
Eso me sacó del trance en el que me encontraba y al volver la vista, la niña había desaparecido.
Al día siguiente, nos dirigimos a investigar el sitio donde ocurrió lo de la visión y lo que decubrimos fue aún más desconcertante:
Cerca de allí se encontraba otro campamento y al parecer durante la noche sin que nadie lo notara, la pequeña hija de esa familia de apenas un año
y medio, habíase salido y dirigido al bosque en donde durante el día,
su muñeca había caído dentro de un tronco hueco...
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