Primera parte
Camila se hallaba sentada frente al ordenador, tenía un anotador y una lapicera a un costado del mismo. Sus ágiles dedos habían escrito en el buscador TURISMO ESTUDIANTIL y aguardaba con ansiedad que el circulito celeste dejara de girar para que se abriera la página mostrando las distintas opciones.
Cursaba el cuarto año en un colegio mixto y ya era tiempo de ocuparse de elegir la compañía de turismo responsable de dar cumplimiento a su sueño, el de emprender junto con sus compañeros el viaje de egresados.
Tomó nota de los datos de cada una y de sus correspondientes servicios, luego los cotejaría con los recogidos por sus compañeros en otras fuentes.
En algún otro lugar Ernesto tomaba mate en compañía de su mujer, era su único día franco. Se desempeñaba como chofer de larga distancia y, si bien contaba con un buen ingreso, había que mantener a una familia numerosa, por lo que su presupuesto no alcanzaba para cubrir más allá de lo esencial.
No estaba de acuerdo con la política llevada a cabo por los dueños de la empresa donde trabajaba, pero no le quedaba otra alternativa que acatarla, pues ya se había presentado a dejar su currículum en todas las de la competencia y éstas se rehusaron a contratarlo, porque en los análisis previos había salido a la luz su úlcera gastroduodenal. En cambio, la compañía que lo empleó no le pidió realizar ningún examen médico.
Camila ya había elegido el lugar que deseaba visitar. Su sueño era conocer el Norte del país: Jujuy, Salta, la pequeña Tucumán… Ahhhh, de sólo pensarlo se conmovía toda…
También decidió la compañía de transporte que le pareció más conveniente, en especial por el bajo costo, detalle más que importante dado el presupuesto bastante apretadito con el cual contaban; además el nombre de la empresa: “Nosotros en el camino” le había encantado desde el primer momento.
Ya provista de los datos pertinentes viajó hasta el colegio para encontrarse con los otros tres compañeros, que junto con ella formaban el grupo organizador de la tan esperaba excursión.
El Jefe de Ernesto le había comunicado que estaba primero en la lista para cubrir el servicio de la zona Norte, y que como era la época de finalización de clases, habían publicado y distribuido panfletos con los itinerarios y precios, detallando la totalidad de zonas que abarcaban sus excursiones. Al saberlo, preguntó si todas las unidades habían sido preparadas como correspondía, la respuesta corta y concisa -¡¡Todos nuestros vehículos están en perfectas condiciones!!- no le dio cabida a refutar tal detalle. Sabía, por conocimiento de causa, que la cruda verdad estaba muy lejana de lo expresado, razón por la cual decidió llegarse hasta los talleres de la compañía para revisar personalmente el ómnibus que se le había otorgado.
Una vez que Camila se reunió con los otros organizadores del viaje, que habían sido designados por votación unánime de sus compañeros, tomó la palabra:
-Esto es lo que hallé en internet, no hay mucho para elegir que se adapte a nuestro presupuesto. La tendencia actual es viajar en avión y nosotros estamos lejos de poder acceder a ello, de modo que tomé nota de tres empresas que se manejan con micros.
Y mientras decía esto entregaba fotocopias con la información recopilada a cada uno de sus compañeros. Había resaltado con color la que le parecía más apropiada.
Johana, por su parte, mencionó a dos compañías: “Rutas Argentinas” y “Se hace camino al andar”. La primera había sido recomendada por un primo que había contratado sus servicios y se mostraba satisfecho. La otra contaba con una larga trayectoria y estaba avalada por muchos colegios.
Ariel aportó el dato de una empresa que le dio su hermano, aunque éste se remontaba a varios años atrás, por lo que no fue tomado en cuenta.
Y Germán, como era de suponer, aconsejó utilizar los servicios de la compañía de turismo que dirigía su tío. Deliberaron sobre la conveniencia de incluirla en el listado, puesto que su contratación podría prestarse a suspicacias. Tras un breve debate resolvieron dejarla afuera, de manera que la elección recaería sobre una de las empresas aportadas por Camila y Johana.
Después de evaluar las particularidades de cada una optaron por “Nosotros en el camino”, debido a una significativa diferencia en el precio de los pasajes.
Ernesto sabía, por comentarios de otros choferes, que la ruta hacia el norte argentino tenía sus bemoles, por aquello del apunamiento, ya que llegando a Catamarca el camino iba en ascenso. Y mostró preocupación ante la decisión de sus superiores de otorgarle ese recorrido. Debía verificar dos asuntos importantes: uno era el estado del micro que se le había asignado y el otro tenía que ver con su salud.
La empresa donde trabajaba no se caracterizaba por mandar a sus chóferes a realizarse controles médicos, por lo que decidió ocuparse de ello por su cuenta. De paso consultaría si su úlcera constituía impedimento para ese tipo de viaje.
Tampoco le dedicaban demasiado tiempo a la revisión de los micros, algo que Ernesto pudo comprobar apenas echó un vistazo a la unidad que le tocaba conducir, motivo por el cual solicitó a un mecánico ajeno a la compañía que evaluara a fondo el vehículo, para poder ratificar o erradicar sus sospechas.
El mecánico particular revisó la unidad en profundidad, al finalizar frunció el ceño y luego preguntó:
-¿Hace mucho que no le hacen mantenimiento?
Ernesto sonrió con ironía y se limitó a decir:
- Por algo te llamé…
- No podés ir al norte con un micro en estas condiciones, a duras penas llegaría a Santa Fe. Exígeles que te lo pongan a punto, yo no puedo meter mano
-¿Tan grave es? – preguntó Ernesto, alarmado
-Sólo con mirar el estado de las gomas te das cuenta… ¡Están lisas! Y ni hablar de los frenos, mejor no me explayo. Pedí que le hagan un service general. – concluyó el otro
Y dicho esto, el hombre se despidió. Ernesto le dio las gracias y decidió que hablaría cuanto antes con los directivos para hacerlos entrar en razón.
Transcurrió el tiempo y los chicos –ya cursando el quinto año- no veían la hora de cumplir con su sueño, el de realizar su viaje de egresados.
Pese a que el costo del pasaje y la estadía estaban siendo abonados por sus padres en cuotas accesibles, ellos no deseaban perderse una sola excursión, y el paquete turístico incluía sólo dos, de modo que el resto corría por su cuenta.
Entonces resolvieron recaudar fondos por medio de la creación de rifas, también organizaron bailes y ferias del plato, contando con el permiso del colegio. Y todo ello les aportó una buena cantidad de dinero para llevar a cabo sus objetivos.
La compañía “Nosotros en el camino” le reconoció a Ernesto que el micro que le habían asignado se hallaba obsoleto y se lo cambiaron por otro. Pudieron haberlo despedido y así evitaban seguir soportando sus quejas, pero se trataba de un chofer responsable y no deseaban prescindir de sus servicios, al menos por el momento.
No obstante, la unidad que le entregaron en reemplazo de la otra y que se suponía ‘nueva’, ya tenía muchos kilómetros recorridos en su haber. Resultaba evidente que no eran partidarios de soluciones de fondo, todo lo arreglaban con ‘parches’