La maestra de Gina les leyó a sus alumnos una encantadora historia sobre un pájarito que se rompió un ala.
-¿Por qué el pajarito no pudo volar más alto, abuelo? -preguntó Gina-. Jaime se fracturó una pierna el año pasado. Fue al médico y ahora puede caminar de nuevo. Está tan bien como antes.
-Bueno -les dijo su sabio abuelo-, cuando a los niños se les rompe un hueso, se curan enseguida. Los médicos pueden entablillar, colocar clavos, enyesar o incluso operar si hace falta. Después que se hace una o más de estas cosas, los huesos de la personan sanan bien.
- ¿Por qué no podemos cuidar a los pajaritos de la misma forma? -preguntó Gina.
-Podemos hacer algo cuando lo encontramos. Es lamentable que muchas veces el ala se sane torcida y el ave ya no pueda volar alto.
Como los médicos con sus pacientes, uno de los regalos especiales que un abuelo puede ofrecerle a un nieto es su habilidad de ver enseguida cuándo los hechos les hacen daño. Entonces pueden acudir con rapidez a ofrecer aliento y sanidad. A menudo los abuelos solo pueden orar, pero muchas veces sus oraciones son justo lo que necesita el niño.
¿Ve algunos problemas que le impedirían a su nieto volar alto? Si le es posible, intervenga para ayudar y expresar amor y aliento. No obstante, ore primero y tenga la seguridad de que Dios orquestará miles de pequeños acontecimientos en sus vidas para mantenerlos sanos.
Existen dos valiosos regalos que podamos darles a nuestros nietos: El primero es raíces; el otro es Alas.
Romanos 11:16
Si al raíz es santa, también lo son las ramas.