Nos protegemos de todo. Para el sol, protectores, para la lluvia, paraguas.
Para el amor, tiritas. Para las decepciones, indecisiones.
Para no sufrir, dejamos de vivir. Dejamos de comer, y salimos a correr. Dejamos de ir tras la luz,
por si nos equivocamos y al final no eran estrellas. Dejamos de creer en los pequeños milagros, por si acaso solo eran fracasos. Evitamos las arrugas, y al final ellas,
solo deberían indicar
el lugar donde estuvieron las sonrisas. Haz el payaso. Viaja siempre que puedas. Inventa y crea, aunque solo sean locuras. De tu maravilloso caos solo pueden nacer historias irrepetibles. Se tonto. Se ingenuo. Se impredecible. Se buena gente. Se despistado. Se raro. Puedes ser todo eso sin dejar de ser inteligente y sensible.
Se como tú quieras ser. No hay otra vida de recambio por si esta nos falla. Quiere de verdad, sin medida ni reservas. A tu manera.
Ese es el mejor amor. No te protejas de la realidad, porque en ella existen tantos sueños como seas capaz de hacer realidad. Cuidarse no es lo mismo que
protegerse. No lo hagas, no vivas dentro de una burbuja de cristal por miedo a sentir, a amar. Escribe todo aquello que tienes por decir, y comunícate con las personas que son importantes para ti. Llámalas. Pide perdón.
Y no guardes rencor. Eso no significa que todo se pueda perdonar, pero el odio es como beber de una taza de veneno y esperar que los
demás enfermen. Descubrirás que solo lo hará tu corazón. Dí, te quiero. Sin protección. Deja ir todo aquello que no te permite ser feliz, pero no te protejas de las emociones,
si lo haces nunca llegarás a conocer el universo que hay dentro de ti. No te protejas de vivir.
|