La actitud se desarrolla a partir de los propios sentimientos y pensamientos internos, y se inherente al comportamiento
de cada uno. De esta manera, las actitudes pueden ser un resultado de la experiencia, tanto personal como de la se
ha observado en los otros, y pueden estar influenciadas por las normas y los roles sociales. Las conclusiones que
sacamos de esa experiencia influyen en nuestras creencias y comportamientos.
Pero las actitudes se pueden cambiar y mejorar. Todo el mundo se siente muy bien cuando es elogiado
por su actitud ante las circunstancias cuando esta es positiva, optimista o implica la puesta en marcha de
habilidades sociales que ayudan a otros o a uno mismo. Para llegar a esto es necesario analizarse a uno mismo
para saber qué cambios es necesario hacer.
En el fondo, cambiar de actitud significa buscar un cambio en la perspectiva de la vida. La actitud positiva
conlleva sentimientos positivos y energía para vivir y, por lo tanto, te hace feliz.
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