Testigos
Apenas encendida la estrella navideña,
el firmamento entero suspiró de gloria.
Es que tanto cielo se cubrió de historia,
por inmenso amor de cuna tan pequeña...!
Sonrióse bello Ángel mirando las montañas,
llevando entre sus alas las más bellas hazañas.
Cubrióse aquel amor en tanta paz y estío,
lejanas ansiedades de celestial pureza...
el día se hizo noche, la noche despereza,
el cántico y arrullo, desterrando el frío...
De salmos fue la luna que entregaba,
su copa nocturnal a quien llegaba...
Tú y yo en silencio, insomnes entre sueños,
de manos enlazadas y ese mirar desnudo,
ofreciendo a la par, dulce, cálido saludo,
caemos de rodillas entre lágrimas sin dueños...
Pues solo es de Dios el cántaro sagrado,
con aguas cristalinas de un cielo ya rasgado...
Muy juntos, bendecidos, al pie de aquel retablo,
Dios se acerca al hombre en su figura humana,
Cantamos al amor por toda voz que clama,
testigos de la noche que supo del milagro...
En lluvia desbocada estrellas se han posado,
bañando en santidad, de Dios, lo más amado.
María Marta Britos
De cuerpo presente.
Vuelvo a disfrutar la estrella iluminada,
que un tiempo atrás alegraría al mundo,
y la seguimos hasta un albergue en lo profundo
del más callado amor, un cuento de hadas,
su nacimiento ha transformado el universo
y con su humildad y paz ya soy un converso.
Y allí nació el amor lejos de un Rey impío,
y la luz de la estrella desterró la tristeza
nuestros cantos fueron fuerza contra el frío
fuera el odio, la envidia, la muerte y la pobreza
y el corazón del hombre humilde se entregaba
mostrándole respeto al niño que llegaba.
Y fuimos dos testigos del amor que nos hechiza,
como también la Estrella y la Luna que enamora
racimos de esperanzas y la verdad que electriza
dos seres que el amor comenzó como una aurora,
yo estoy prendido a ti bordeando tu bella cintura,
en esta noche de amor real tan tierna y tan oscura.
Sobre el altar de su sacrificio nuestro amor extiendo,
Dios vino a nosotros para darnos su amor sagrado
y extendiendo nuestros brazos a él nos encomiendo
y a quien por amor, paz, incienso y oro ha denegado,
el tiempo que hemos perdido en templos extraños,
solo su gloria reconforta nuestro amor de tantos años.
Jesús Quintana Aguilarte.