Todo pasa,
hasta esta madrugada silenciosa
en que mis ojos arden de tanto leer y escribir
y sin embargo, insisto,
como si la vida se bebiera mis palabras
y la inspiración me atropellara
pero no de una forma desagradable,
sino de continua posesión
con tanto derecho
como si fuese suya
y ella me pudiese manejar a su antojo.
Me sumerjo en su esclavitud
con tanto gusto,
con esa pasión desbordante
en que el deleite
se vuelve plenitud.
Trina Leé de Hidalgo
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