Gotas de Imposible
Estabas junto a mí.
Tu aliento blando
me embriagaba aromoso,
sonreía la fresa de tus labios,
amor vagaba en torno.
Casi mi mano se posó en tu mano,
mi cabeza en tu hombro
se aquietó como un niño consentido
sobre un encaje blondo.
Rocé la nieve de tu frente,
cálido nido sedeño y hondo.
Pensé que estabas lejos, tan distante
como un país remoto,
que tus manos jamás se posarían
sobre mi sien de peregrino loco,
que eras a mí una gota de imposible
de un dulce mar ignoto.
Entonces recogido y solitario,
de la noche en el fondo,
como un licor amargo que desborda,
me embriagué de sollozos.
FERNANDO PRIETO ARANGO