Ya perdí la cuenta de cuantas veces me han llamado ilusa,
pero mi inconsciente y loca mente nunca lo ha tomado en serio.
Solía reírme a mis adentros, creyendo que poseía una especie de don capaz de ver lo que otros no podían observar.
Con amor y caridad nunca me ofendí con sus palabras, los amé y entendí, ellos sólo "pensaban diferente" y no sentí maldad en sus irónicas risas y burlas.
Pero hoy es diferente, nadie me ha llamado así, nadie ha pronunciado esa palabra y sin embargo la siento en el pecho, como un hilo frío que corre como las lágrimas que caen de mis ojos y se filtran desde mi corazón hacia no sé donde.
Avergonzada, humillada, perdida y triste, ajena y distante, queriendo ir a algún lugar, sin poder mover un pie, queriendo tener brazos que me contengan pero con miedo de mostrarme débil y terminar dándole la razón a esos que nunca entendieron que yo era feliz siendo ilusa, porque prefiero mil veces soñar.
Al demonio con la realidad, para qué me sirve, si termino sufriendo cada vez que debo enfrentarme a ella y ya no me quedan ganas de seguir luchando.
Lucía