Aquel día lleno de luz vibrante,
conocí a tu ternura, el dulzor de
tus labios y el brillo de tu mirada.
Dejaste en mí una huella, que ni
hoy conseguí borrarla, aquel día
de verano cristalino y fragante,
me cautivo tu frescura, y las
suaves curvas de tu figura.
Y esa bonita sonrisa, que hace
aun más bonita, aquel día de
verano que me cautivaste por
entero, aquel día yo lo guardo,
tiernamente en mi memoria.
Y en mi cajita dorada de mi cálido
corazón, que esta latiente por tu
amor, en aquel día de verano ya
florecido y de aromas en el aire,
donde el tuyo destacaba, como
elixir de la vida.
Aun perdura tu huella, vive dentro
de mí, cada palabra de ti, cada
silencio y cada sonrisa, que a mis
ojos brindabas, y cada murmullo
de tus labios.
Cada locura tuyas que al recordar,
me causa sonrisa y cada día me
volvías loco.
Loco por ti, por tu belleza, por tu
mirada tan cristalina, con tu sonrisa
tan especial, tú me dijiste aquel día
que nunca me dejarías.
Quizás entonces lo pensaste, y la
verdad que hoy de ti, solo dejaste
una huella que habita muy dentro
de mí.
Julián cobo