Al centro de mi vida.
Se alejaban las noches rodando en las callejas,
fugitivas de auroras pisando sus talones,
noches arrebozadas, como aldeanas viejas
camino de la iglesia para sus oraciones.
Tú duermes al centro de mi noche oscura,
doble contrariedad de sombra y de sueño;
y en esta ambigua, y alarmante conjetura,
menos consigo cuanto más me empeño.
Por eso llevo una forma tuya, siempre nueva,
en cada húmedo labio, y en cada dedo,
descubierta en los tiempos de abundancia.
Pero a veces la forma es quien me lleva,
más allá de los límites del amor, y el miedo,
de la incredulidad, las penas, y la distancia.
Jesús Quintana Aguilarte.