Cuando nos sonríe el éxito, nos sentimos fuertes, invencibles
y podemos caer en la arrogancia. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a un
contratiempo, a un fracaso o a una pérdida, nuestras seguridades
se tambalean un poco. Nos ayuda a cuestionarnos y a indagar sobre
ciertas certezas. Y eso es saludable porque transitamos de la posible arrogancia
a abrazar la humildad, a tocar tierra...
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