─ Tino, ¿Cómo cuantas montañas de escombros como estas hemos subido y bajado en este día?, ─pregunto Tina que apenas se mantenía caminando, estaba tan cansada que sentía que en cualquier momento caería rendida.
─ Diez o doce, creo, ─respondió Tino, ─no las voy contando para que no se haga pesado el camino, ¿Por qué?, ¿ya te cansaste?
Tina, ya sin aliento asintió con la cabeza, se sentía desfallecer.
─ Descansemos un poco antes de continuar, ven siéntate aquí bajo esta sombra, ─dijo Tino sentándose bajo una llanta de auto que sobresalía de entre los escombros. Ella se levantó con un último esfuerzo y se acomodó al lado de él, recostándose, se hizo ovillo y casi enseguida se quedó dormida, Tino la observo y después volteo a ver el horizonte, pero solo veía montañas de basura, hacía calor, muy común en marzo pero ese día el viento levantaba grandes nubes de polvo haciendo que entrecerrara los ojos para poder ver, pero el cansancio poco a poco lo fue venciendo hasta que se quedó dormido también.
Tino y Tina, eran dos ratoncitos blancos que les gustaba mucho correr por todo el gran jardín, hijos de la segunda camada de sus padres Dana y Dany. Eran unos hermanos muy unidos, les gustaba mucho estar juntos, se divertían y siempre inventaban aventuras, una vez fueron unos grandes exploradores, que se internaban en el gran bosque, llena de retos y peligros, El Gran Gato que era el dueño del bosque, los perseguía por todos lados, y esa vez casi los atrapa, pero La Rata Suprema los salvo en el último instante, y siempre terminaban riéndose a carcajadas.
Cuando llovía, de las laderas de las montañas bajaban ríos de agua, que se convertían en resbaladillas muy divertidas, Tino que siempre fue muy audaz, se aventaba con alguna hoja que caía de las grandes plantas, que usaba como balsa, sorteando los obstáculos y ramas que bajaban con el agua con gran habilidad y destreza.
Un día, Tina le empezó a contar a Tino que había escuchado a los Ancianos Mayores hablar que en los primeros tiempos, en la época de la creación de la Hermandad de las Ratas Blancas, y decían de una leyenda sobre El Gran Espíritu Obscuro que pesaba sobre la Hermandad, la leyenda hablaba que había que ofrecer un sacrificio la noche de luna llena del tercer mes del nuevo año, como pago por permitirles vivir en el gran jardín, de lo contrario haría caer devastación y caos sobre la Hermandad, y no podían permitir que sacrificaran a alguien, pero había una solución, si encontraban la Rosa Mística y pudieran llevarla al templo de el Gran Espíritu Obscuro y con sus pétalos adornar su interior quemando uno de sus pistilos aromáticos, el perfume aplacaría definitivamente al Gran Espíritu, dando paz y tranquilidad a La Hermandad.
─Pero Tina, esa es solo una leyenda, no hagas caso de esas cosas, ─dijo Tino divertido por lo que escuchó de su hermana, ─nada de eso pasará, ¡ya lo veras!, ¡ven!, vamos a jugar en la raíz del viejo árbol, y haremos algo divertido, ¡vamos!, ─dijo al momento que echó a correr, a Tina no le quedó otra cosa que seguirlo yendo tras de él, lo qué Tino no sabía era que esa noche habría luna llena y la Hermandad había escogido a uno de ellos para hacer el sacrificio.
En el viejo árbol había mucho barullo, había ratas reunidas alrededor del árbol, Tino y Tina se fueron acercando asombrados, nunca habían visto tantas ratas juntas, el Anciano Jefe, había subido hasta la parte más alta de la raíz para hablar a todos los integrantes de la Hermandad.
─Esta noche de luna llena del tercer mes del año nuevo, tenemos que ofrecer nuestro sacrificio, todos dependemos de eso, sí no lo hacemos corremos el riesgo de que tengamos destrucción y devastación en nuestra Hermandad, es por eso que ya hemos escogido a quien tendrá el honor de rendir su vida por el bien de todos nosotros, ─dijo el Anciano Jefe, y en ese momento se hizo un gran silencio.
─Desde ahora la proclamo la hermana más importante de nuestra aldea, debe de considerarse que es un alto honor, y le pido por favor que suba aquí a mi lado para honrarla como se merece a nuestra salvadora, ─y tomando aire, levanto su bastón y con voz fuerte dijo, ─ ¡Tina, hija de Dana y Dany!, ¡por favor sube aquí y recibe los más altos honores!, ¡VIVA NUESTRA SALVADORA!
¡VIVA!, ¡VIVA TINA! ¡LA SALVADORA! ¡VIVA!
Gritaban todos emocionados, pero Tina y Tino se quedaron quietos y sorprendidos por lo que escucharon, Tino sujetó fuertemente de la mano a su hermana y poniéndose delante de ella quiso protegerla, pero la muchedumbre los separó y a ella la elevaron por arriba de sus cabezas y la subieron hasta donde estaba el anciano, Tino impotente hizo lo posible por estar con su hermana pero fue inútil. El Anciano al tenerla a su lado calmo el escándalo y tomando la palabra hablo a todos.
─ Hermanos, ella es la elegida, su sacrificio dará paz y tranquilidad a todo nuestro amado pueblo, ─dijo visiblemente emocionado, ─honrémosla y agradezcamos por su entrega, ─terminó, y levantó el brazo derecho de Tina en señal de victoria.
Desconcertado y muy preocupado Tino fue abriéndose paso hasta llegar a la raíz del viejo árbol, se escondió y espero a que pasara todo y el lugar se quedara vacío, sentía un temor enorme por lo que le fuera a pasar a su hermanita.
¿Qué hago?, ¿Qué hago? No voy a permitir que le pase nada a mi hermana, si le hubiera creído cuando me conto lo que escucho tal vez no pasaría nada de esto, ¡soy un tonto! ─pensó─
A Tina se la llevaron a un lugar cercano, a la orilla de la aldea para prepararla, en pocas horas seria la ceremonia, esperarían que la luna llena estuviera en lo más alto para poder brindar el sacrificio. Tino entonces ideó la forma de poder rescatar a su hermana, esperaría que salieran todos para que Tina se vistiera sola, esa es parte del ritual, y ese sería el momento ideal para sacarla de su cárcel. Se escondió y esperó, más tarde llego la encargada de vigilar el lugar y sacó a todos del para permitirle vestirse, el ratoncito sigilosamente se acercó y entro, y vio a su hermana llorar.
─Pss, pss. Hermana, soy yo, Tino, ─dijo tratando de no hacer mucho ruido, ─ ¡rápido!, toma tus cosas y salgamos de aquí, Tina no lo pensó mucho y corrió a él y dándole la mano salieron sin hacer ruido escapando fuera de la aldea a las montañas prohibidas.
─ ¡Corre hermana, corre!, ¡no te detengas!
Tina corría como le decía su hermano, hasta llegar a unos matorrales donde pararon un poco para recobrar el aliento, a lo lejos se escucharon las campanillas de alarma, ya se habían dado cuenta que Tina no estaba y avisarían a todos los de la Hermandad.
─ Sigamos Tina, no sé qué haría si tú no estás conmigo, ─le dijo su hermano al tiempo que la abrazaba sintiendo un gran amor por ella, de pronto a sus espaldas se escucharon unos pasos.
─ No se muevan pequeños ratoncitos escurridizos, ─dijo una voz que salía de la obscuridad, se sorprendieron tanto que no pudieron dar ningún paso, poco a poco se fue acercando hasta ver quien les hablaba, era el viejo ermitaño, el único de entre todos los ancianos mayores que no estaba de acuerdo con los sacrificios, siempre había una mejor opción y nadie hacia caso de eso.
─ No tengan miedo chicos, ─dijo el anciano, ─yo no estoy de acuerdo con la elección que hubo, eres una linda ratoncita y no mereces sacrificarte por nadie, nadie merece hacerlo, así que les voy a ayudar a escapar, ─hizo una pausa y camino hasta estar frente a ellos, ─pero hay una condición, ayuden a los de la aldea, busquen y traigan la Rosa Mística y detengan estos sacrificios innecesarios.
Los hermanos intercambiaron miradas y después se sujetaron fuertemente de las manos, sabían que tenían que hacer algo para terminar con estas pesadillas.
─ Díganos, ¿Qué tenemos que hacer, a donde iremos a buscar la Rosa Mística?, ─dijo Tino con seguridad en sus palabras, estaba decidido a cumplir con esta misión.
─ Vayan más allá de las grandes montañas de basura, busquen entre esos escombros hasta encontrar la Rosa, es de color amarillo y tiene pistilos rojizos, esa es la salvación para nuestra causa, ─el anciano señalaba con su brazo y apuntando al oriente, ─es en este tercer mes del año nuevo que también florece la Rosa Mística, vayan pronto, ya casi sale el sol y si no se apresuran los atraparan y todo será en vano.
Los ratoncitos comenzaron a correr por donde les dijo el viejo ermitaño, corrieron sin descanso las siguientes tres horas, después comiendo bayas y bebiendo agua limpia de cualquier estanque, hasta casi el medio día cuando llegaron al lugar donde cansados se quedaron dormidos.
Los hermanos despertaron violentamente debido a que el viento soplo con mucha fuerza moviéndolos del lugar donde estaban descansando, con dificultad abrieron los ojos para apenas esquivar a un enorme pájaro que los quería como presas, corrieron hasta una cornisa y la única opción era saltar al vacío, el ave estaba por atraparlos y entonces abrazándose saltaron, rodaron golpeándose con las piedras y llenándose de polvo hasta los dientes, cuando dejaron de caer no se movieron para que el ave no los encontrara y esperaron un tiempo prudente antes de levantarse y seguir su búsqueda.
─ ¿Estas bien Tina?, ¿Te lastimaste con la caída? ─dijo Tino separándose de ella pues aún seguían abrazados.
─ Estoy bien hermano, gracias por amortiguar mi caída, de no ser por ti seguramente me hubiera dado un buen golpe, ─dijo ella, al tiempo que se puso de pie y sacudía su ropa.
─ ¡No, tu amortiguaste el golpe!, ─dijo él, en ese instante los dos notaron que el piso estaba suave y que un perfume muy agradable los rodeaba.
─ ¡Caímos en una Rosa Mística! ─dijeron los dos al mismo tiempo, y saltaron de alegría, habían encontrado la salvación para todos en la aldea. Bajaron hasta llegar al piso y vieron que había muchas rosas, podían escoger la que quisieran, cada quien eligió una y después con un “piedra papel o tijera” decidieron cual, solo habría que saber cómo lo llevarían a la aldea.
─ Mira Tina, le quitamos los pétalos y me los llevo en la espalda, tú te llevas unos pistilos y para el atardecer llegamos al templo del Gran Espíritu Obscuro, hacemos el ritual, ¡y todo solucionado!, ¿te parece bien hermanita? ─dijo Tino que estaba muy emocionado, ahora sabía que su hermana estaría segura, ─ así que manos a la obra, y pongámonos en marcha.
Cuando estaba ya preparado todo, iniciaron el viaje de regreso, todo estaba muy bien que hasta encontraron un camino por donde ya no subían tantas montañas de basura, y hacia más corto el camino, casi se ocultaba el sol cuando distinguieron el templo a donde tenían que llevar los pétalos y los pistilos, apuraron el paso, querían terminar lo más pronto posible con la maligna leyenda. Llegaron hasta las puertas y sin más hicieron todo lo que había que hacer, adornaron el Templo, y quemaron no uno, sino dos pistilos para asegurarse que todo oliera muy bien. Toda la aldea se llenó de ese aroma perfumado, todos lo notaron y salieron de sus madrigueras. De pronto, la tierra se comenzó a mover, todos corrieron para salvarse, hubo un momento que todos voltearon a ver el Templo del Gran Espíritu Obscuro, poco a poco se fue derrumbando hasta desaparecer, después de un destello todo se detuvo, dejo de temblar y el Templo ya no estaba, en su lugar de pronto nacieron decenas de Rosas amarillas, al día siguiente cuando el sol salió, el color de las rosas reflejaba mucha luz dando un hermoso paisaje colorido a todo el Gran Jardín,
Tino y Tina corrieron felices por todo el lugar, y todos los de la aldea los vitoreaban y agradecían por la vida nueva que a partir de ese día tendrían todos, los ratoncitos convertidos en héroes solo sonreían, pues para ellos fue solo una aventura más de las que vivían todos los días, al llegar la noche y cuando se disponían a dormir, Tino abrazó a su hermana, le dio un beso, ─te quiero mucho hermanita, ─ le dijo─ y después se fue a su camita, mañana será otro día y estaba seguro que tendrían una gran aventura por vivir, cerró los ojos y se quedó profundamente dormido.
FIN.
Marco T. Valdez.