El aire de este otoño hace caer las hojas,
que secas en están cayendo, llevadas por
el viento.
El duro invierno que llega, que despoja todas las
hojas y el aire frío que sopla, lamentar y estar callado en
algunas horas del día.
Donde pose mi mano en tu cuerpo desnudo, que
como espinas se clavaba, en mis manos casi frías.
Te fuiste sin despedirte, un duro golpe me diste,
frío y calculado, dejaste hielo en mí, y me cambiaste el
calor por frío.
Hachazo de muerte dejaste, mi alma se fue a la nada,
huyendo de lo que hiciste, espectro en armonía que
en humo se fue alejando.
Mi dolor esta cautivo, en el limbo se ha quedado,
donde reina el silencio y un dolor inhumano.
Prohibido ya para siempre tu manantial sagrado,
hoy arrastra de mí, mis oscuros pensamientos y
el dolor que dejaste en mi corazón helado.
Del fuego de mi pasión que por ti se mantenía,
hoy quedaron ceniza, y el dolor del pasado.
Los lamentos y los gritos de los que de aquí marcharon,
es el rumor de las olas en el mar de los recuerdos.
Si dios está dormido, mandare unas plegarias,
para que despierte de nuevo, y al filo de la madrugada
cuando despierte el lucero.
Con mi música eterna en armonía con la luz de la mañana,
se viste mis penas de luto y de nostalgia mi alma.
Julián cobo