Érase una vez...
Cada atardecer, la niña de dulces ojos posaba la mirada en la de su anciano abuelo, y con voz tan dulce como las mieles de primavera, susurraba..: ¿Abuelito, Me cuentas nuestra historia?
Y así comenzaba con voz de amor...
Érase una vez, con traje dorado,
tierno duendecillo el bosque habitando,
feliz en piruetas¡Parecía alado!
La seta más fría, se volvía un ramo...
Con voz suavecita, en dulce murmullo,
en sitios muy verdes a jugar bajaba,
¡Las plantas gozosas al sentir su arrullo!
Su cuerpito etéreo, en ellas soñaba...
Cierta vez el verde se volvió sombrío..
Oye Margarita, ¿Aquí que ha pasado?
Preguntó lloroso,¿Ha venido el frío ?
¿Sólo aquella planta por verme ha quedado?
Se acercó muy lento posando muy leve,
la puntita de oro de sus pies de duende...
¿Puedo acaricarte sin que nada lleve,
tu bello pimpollo que a vivir se extiende?
Puedes darme un beso, dijo al parecer,
en largo suspiro que sembró una lágrima...
Solo tú me quedas para florecer,
con tu risa clara y tu blanca magia...
Dejó en levedades el beso pedido,
abrióse el pimpollo en una flor muy bella,
cubrióse en perfumes el verde perdido,
se soltaron trinos en la tarde aquella...
Sentado en la piedra mas grande del lago,
vio que se posaba un pájaro oscuro,
que supo contarle que había pasado,
entre la frescura de ese verde muro...
Soy hada de noche y muy enojada
con verdes tan bellos y flores radiantes,
para darles susto, sin que pase nada,
indiqué "barriten"!! a mis elefantes...
El sol se ha enojado, la luna se aleja,
las plantas se han muerto.., solo tú que llegas.
Y yo convertida en pájaro negro,
por no ser feliz en noches de fiesta.
Deja que te vuelva corazón de oro,
si toco tus plumas con mi risa buena,
y juntos seremos en el verde intenso
dos seres felices sin viejas cadenas...
Desde el día aquel, en el verde prado,
al ver que dos luces se posan ajenas,
todo se perfuma por ser tan sagrado,
el profundo amor de dos almas buenas!!
María Marta Britos