EL DUENDECILLO DE POCO CELO
El duendecillo
cuando escuchó el berrido del elefante
saltó de la seta donde dormía
que florecía entre cardos borriqueros
a un terreno lleno de barro, para él
que no era terreno
sino un buey cuya piel
es de color de barro
tirando a rojo
Miró a lo alto
y el murmullo de la sabana
le hizo inquirir la analogía
entre el bostezo de los monos
y los elefantes que barritan
andando vagos y sin destino
como él
haciendo la puñeta
a la especie humana
cuando canta el gallo.
celeste hernandez