Duerme Duendecillo.
En el bosque mágico de los viejos espíritus
En dónde el verdor abunda bordeando los caminos
Y el cielo claro presumiendo un celeste azul
El musgo suave que cubre las rocas
Suavizan su dureza haciéndolas parecer alfombras.
Es una alegría en las mañanas
Ver FLORECER las campanillas y las margaritas
Como brillan con el rocío y las abejas a su alrededor volar
Que hasta música parece sonar cómo MURMULLO
Escuchando cómo BARRITAN los elefantes pensando por el lugar.
Un DUENDECILLO que duerme
Nada parece hacerlo despertar
Que al cobijo de una SETA
Sueña y suspira sereno
Que la paz del lugar
No tiene igual.
Marco T. Valdez