La delicadeza y la erosión juntas,
por el portento deseoso de tomar
una empatía absoluta y decisoria,
cuando nuestras manos enlazan
mediante sus palmas, la atracción
de ser una bendición para los dos
Una ráfaga de viento las aproxima;
se rozan, y apresuran el encuentro
hasta engarzarse completamente
como la rosa y el tallo en el rocío;
así te goza mi fluído, al acercarse
al pálpito furibundo de ser uno
A diario en la espuma de ese mar
emotivo, se adentra mansamente
hasta fundirse en ese enjambre,
que produce la emoción al iniciar
el preludio desde nuestras manos
hasta el último poro compartido
En un instante de intensa pasión,
las manos se juran eternamente
abrirse como un abanico del rubor
y el candor, que serán las guías
de ese ósculo digerido con gusto;
luego la pasión, y al final la fusión
Nelson